La contaminación del ambiente representa un riesgo para la salud. Se calcula que, nueve de cada diez personas en el mundo respiran aire contaminado todos los días. La contaminación del aire es considerada el mayor riesgo ambiental para la salud; los contaminantes microscópicos en el aire pueden alojarse en los sistemas respiratorio y circulatorio, dañando los pulmones, el corazón y el cerebro. Alrededor del 90% de las muertes relacionadas con la contaminación del aire se producen en países que tienen altos volúmenes de emisiones de la industria, el transporte, la agricultura, el hogar y la quema de combustibles. Se estima que la contaminación ambiental del aire ocasionó 4.2 millones de muertes prematuras en el año 2016 a nivel mundial.
Cada vez hay más pruebas que demuestran los vínculos entre la contaminación del aire y el incremento en el riesgo cardiovascular, neumopatías crónicas (como el asma y enfermedad pulmonar obstructiva crónica), infecciones respiratorias agudas, alergias, cáncer de pulmón, cáncer de vías urinarias y vejiga.
La causa principal de la contaminación del aire es la quema de combustibles fósiles, que también contribuye de manera importante al cambio climático. Entre los años 2030 y 2050 se espera que el cambio climático cause 250 000 muertes adicionales por año, como consecuencia de la desnutrición, malaria, diarrea y estrés por calor.
Las partículas suspendidas en el aire son un indicador de contaminación, sus principales componentes son sulfatos, nitratos, amoniaco, cloruro de sodio, hollín, polvos minerales y agua. Las partículas suspendidas son una mezcla compleja de partículas sólidas y líquidas de sustancias orgánicas e inorgánicas. Las partículas pequeñas, iguales o menores a 2.5 micrones, pueden atravesar la barrera pulmonar y también entrar al torrente sanguíneo; existe una estrecha relación entre la alta exposición a partículas pequeñas y la morbi-mortalidad, diaria y a largo plazo.
Además de los riesgos de la exposición a partículas suspendidas, existen un grave peligro sanitario debido al ozono, dióxido de nitrógeno y dióxido de azufre, productos de la combustión de carbono y petróleo. El ozono es un factor de morbilidad y mortalidad por asma, con notable reducción de la función pulmonar. El dióxido de nitrógeno y azufre tienen influencia en el asma pero, además, en síntomas bronquiales, alveolitis, insuficiencia respiratoria e irritación ocular.
El ozono a nivel del sueño es uno de los principales componentes de la niebla tóxica; mientras que, el dióxido de azufre en combinación con agua se transforma en ácido sulfúrico, el principal componente de la lluvia ácida que causa deforestación.
Además de la contaminación del aire exterior, el humo en interiores representa un riesgo para la salud para quienes cocinan y calientan sus hogares con combustible de biomasa y carbón, y para quienes fuman.
Otro tipo de contaminación con afectaciones inmediatas o graduales a la salud es la contaminación sonora. El ruido es un sonido desagradable y molesto, potencialmente nocivos para el aparato auditivo y el bienestar psíquico. La liberación de energía por ruido puede ser súbita y no controlada, como en el caso de un explosivo, o mantenido y “bajo control” donde hay exposición a ruidos bajos pero constantes. Los niños, por encontrarse en un periodo de crecimiento y desarrollo, son los más susceptibles a los efectos dañinos que produce el ruido. Los ruidos intensos producen vibraciones dentro del oído que pueden dañar las células ciliadas; a veces el daño es temporal, en otras ocasiones es permanente debido a que estas células son incapaces de regenerarse. La contaminación por ruido se traduce en un riesgo mayor de pérdida auditiva. A diferencia de otros contaminantes ambientales, el ruido es barato y no requiere de gran cantidad energía para ser producido.
Es un hecho que la población y los gobiernos deben apostar por el uso de tecnologías limpias en la industria para la reducción de emisiones, en casa debemos optar por energías domésticas limpias, se tiene que priorizar el transporte urbano rápido, el uso de sendas peatonales y de bicicleta en las ciudades, tiene que haber una adecuada gestión de desechos municipales y agrícolas, y generación de electricidad de fuentes renovables.
Elaboró: MNC Mónica Maldonado Sandoval, ED
Bibliografía:
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